El origen de los tamales está ligado a la trayectoria del mestizaje y la colisión de tradiciones de pueblos originarios desde México hacia toda la América andina a partir de la conquista. La palabra “tamal” viene de tamalli, que significa envuelto, en lengua Náhuatl. El tamal, cuya masa se prepara con maíz y ceniza molidas (no puede ser la del asado porque tiene grasa, tampoco de carbón, solo de leña), con agua de la cocción del charqui, grasa, pimentón, comino y ají. Para el relleno lleva cebolla de verdeo rehogada, charqui hervido y huevos picados. Los tamales de charqui, son una receta ancestral, que se hace mucho en la quebrada. Su preparación es toda una ceremonia, lleva tiempo, y no se debe apurar nada. La receta fue pasando de generación en generación, elaborada con alimentos de producción local o adquiridos en los trueques con habitantes de otras zonas cercanas. Productos que con el tiempo reivindicaron la alimentación típica de la región buscando la verdadera identidad de la provincia y con esto se fueron revalorizando platos tan tradicionales como el asado de llama, locro, picante, charquisillo, tamales, humitas, entre otros. Se recomienda visitar Chicoana, la capital nacional del Tamal.