En América no existían ovinos antes de la llegada de los conquistadores españoles quienes los introdujeron al continente. A la Patagonia llegó en el 1907, generando un cambio en la dieta y costumbres en la población nativa, los Tehuelches. Mientras que hasta mediados del siglo XIX, la producción ovina estaba relacionada sólo con la producción lanera, comienza una era distinta en la que la carne se valora más y se caracteriza por la instalación de los primitivos establecimientos industrializadores de carne. Es a partir de este momento, que el cordero empezó a consumirse en momentos especiales del año, para agasajos familiares y festividades de fin de año. Es así como queda instalada la cultura del cordero. Su carne se caracteriza por ser magra, tierna y de exquisito sabor. Esto se debe a la cría extensiva en un ámbito puro de pasturas naturales. Tiene distintas formas de elaboración, a la parrilla, al asador, guisos, empanadas, brochetas, arrollados, etc.